El Lago Chad: Maravilla en peligro

26 abril 2010

26 de abril de 2010
Fuente: Prensa Latina
Nota de Rafael de la Morena Santana

El cambio climático, con el aumento de la temperatura global y el incremento de los procesos de desertificación y sequía, amenaza importantes ecosistemas.

Un ejemplo para conmover la conciencia de los escépticos, es la posible desaparición del Lago Chad.

El Lago Chad es la maravilla del desierto, situado en África Central, entre los 12 grados 20 minutos y los 14:30 de latitud Norte y los 13:00 y 15:45 grados de longitud Este, en la frontera entre Chad, Camerún, Nigeria y Níger.

Está a unos 270 metros por encima del nivel del mar, rodeado por el desierto del Sahara en su porción Norte y por el semiárido del Sahel, que ocupa la mayor parte de sus orillas, al Sur.

Se encuentra a mil 700 kilómetros del Valle del Nilo, a dos mil kilómetros del Mar Mediterráneo y a mil kilómetros del Golfo de Guinea.

Su nombre significa, en idioma local:”Gran conjunto de aguas”.

En Níger, aparece en el Este de la nación, en Nigeria al Noreste del país y en Chad se encuentra situada la mayor área del famoso lago, que por eso toma el nombre de esta República, cuya capital, Yamena, está atravesada por el río Chari y a escasa distancia del célebre reservorio de agua dulce.

La parte del lago que corresponde a Camerún, pertenece al extremo norte del país, en una zona remota, donde está la desembocadura y el delta del Chari.

El lago forma una amplia cuenca endorreica de apenas siete metros de profundidad, que no pierde volumen por ninguna salida de drenaje visible, aunque hay expertos que plantean que sus aguas se infiltran en las depresiones de Soro y Bodele.

Ese gran reservorio de agua es la prueba de la existencia en la región, de un mar interior mucho más grande, que cubría unos 350 mil kilómetros cuadrados hace siete mil años, después de concluida la última era glacial.

Este lago de aluvión, recibe aguas principalmente del río Chari, que nace en zonas húmedas de la República Centroafricana, y es su mayor tributario, con su afluente el Logone.

El Chari le suministra el 90 por ciento del preciado líquido y convierte al lago en un espejo de agua permanente, con un reflejo de luz amarilla, debida al color de las arenas, sobre el cielo limpio de nubes.

En este vasto espacio barrido por vientos cálidos a causa del implacable Sol, la influencia acuática se percibe en la humedad del aire.

También el lago es abastecido en la breve temporada lluviosa por los llamados komadugu, que son torrentes estacionales efímeros, como el Yeón.

Ocurre que el tamaño del lago Chad disminuye paulatinamente debido a la evaporación y al filtrado subterráneo.

A causa de su escasa profundidad, el área es muy sensible a cambios en el régimen de las precipitaciones y la variabilidad de las temperaturas, y muestra fluctuaciones de tamaño según la época del año.

En la estación de lluvias su superficie supera los 25 mil 900 kilómetros cuadrados, lo cual le convertía en el cuarto mayor lago de África, pero en la estación seca se reduce hasta tan sólo 10 mil 360 kilómetros cuadrados.

En el interior del lago existen cinco mil islas, muchas de ellas habitadas, y bancos de limo favorables a la agricultura.

En sus orillas abundan las zonas pantanosas, con una cubierta vegetal palustre, maraña de raíces acuáticas, papiros, juncos, hierbas y cañas, hábitat de una abundante fauna con aves como pelícanos, patos, ocas, garzas y grullas de cabezas coronadas, y también cocodrilos, hipopótamos y roedores.

Muchas hienas y leones acuden tras los antílopes y gacelas que abrevan en sus aguas, donde además satisface su sed el ganado doméstico de tribus que transitan o viven por la región y los curiosos kuros, una especie de búfalos, cuyas grandes cornamentas huecas facilitan su flotación, al trasladarse de un lugar a otro del lago en busca de mejores pastos.

Entre las actividades económicas en el lago Chad, que provee de agua a 30 millones de personas, se destacan el riego de miles de hectáreas agrícolas y la pesca.

También son apreciables la explotación de las minas de sal, y el aprovechamiento del natrón, principal recurso mineral del país, compuesto de carbonato de sodio, para fabricar jabón, papel, vidrio y medicinas.

El lago ha servido, desde hace siglos, de vía de transporte entre los asentamientos establecidos en sus márgenes, que a la vez han sido bases seguras para las caravanas, sitios de aguada, comercio y descanso para los mercaderes, sus caballos y camellos.

Del esplendor del acuatorio, dieron fe los primeros europeos conocidos que llegaron a la región, los exploradores británicos: Dixon Denham, Hugh Clapperton y Walter Oudney.

Siguiendo las huellas de los geógrafos árabes, ellos alcanzaron el lago Chad en 1823, se sorprendieron de la magnitud de su extensión y quedaron admirados al contemplar aquel magnifico paisaje lacustre, del que realizaron una notable descripción que consta en la relación de su viaje, presentada ante la Real Sociedad Geográfica de Londres.

Sin embargo, desde entonces se han producido graves impactos en el lago Chad.

Su capacidad ha ido menguando con el paso del tiempo, debido a la desertización provocada por la cercanía del Sahara y por la demanda creciente de agua para irrigación de cultivos.

Todavía en los años 60 del pasado siglo, el área cubierta por sus aguas era de 26 mil kilómetros cuadrados, incluso se había convertido en una gran atracción turística, pero los recientes cambios climáticos han reducido drásticamente el nivel de sus aguas.

En el 2001 su extensión había disminuido a menos de mil 500 kilómetros cuadrados y en 2006 era de tan sólo 900 kilómetros cuadrados.

Las causas fueron la reducción de las precipitaciones, junto al aumento excesivo de la extracción de agua para regadíos y otros usos, tanto del mismo lago como de los ríos tributarios.

Los pronósticos indican que el área del lago continuará en baja, y si no se toman medidas prácticas urgentes, acabará secándose a lo largo del siglo XXI.

La línea de costa de este gran estanque, retrocedió en algunas zonas hasta 100 kilómetros; la profundidad del lago, ha descendido a metro y medio; la producción pesquera casi ha desaparecido y los canales de riego se quedaron secos.

La población local comenzó a padecer escasez de agua potable, se han degradado los pastizales, cayó el volumen de la cosecha agrícola, hay mayor aridez, crece la contaminación y aumentó la salinidad del suelo.

Paralelamente, la frontera natural sufrió cambios, creando migraciones y conflictos entre las poblaciones.

El Gobierno chadiano, con el apoyo de los demás países ribereños del lago y la anuencia de la Unión Africana, ha lanzado un llamado a la comunidad internacional, dando el alerta de la inminente extinción de esta maravilla de la Naturaleza.

Con la participación de la Comisión de la Cuenca del Lago Chad, en octubre de 2009, la FAO realizó una reunión en Roma, para prevenir el desastre humanitario ya en marcha.

En ese foro se utilizó la divisa “Salvar al Lago Chad: un ecosistema amenazado” para crear conciencia sobre la desastrosa situación, recaudar fondos para llenarlo de nuevo y mejorar la seguridad alimentaria regional.

Para detener la catástrofe ecológica, se buscan nuevos modelos de ordenación y manejo racional del agua, que tengan en cuenta las técnicas agrícolas tradicionales. También se han creado equipos multidisciplinarios por instituciones de varios países, integrados por investigadores, hidrólogos, geólogos, agrónomos y geógrafos, que contribuyen a comprender las variaciones a las cuales se encuentra sujeto el lago. Como el caudal de los ríos Chari y Logone, ha disminuido de forma significativa en los últimos 40 años, se ha realizado un Estudio de Viabilidad, para un audaz proyecto que plantea desviar el caudal del Ubangui, principal afluente del río Congo, al Chari.

La colaboración internacional trabaja en estrecho contacto con los países colindantes, en Níger, con la Dirección de Recursos de Agua de Niamey y con la Dirección Regional de Hidráulica de Diffa así como con la Universidad Abdou Moumouni.

En Chad, labora con el Centro Nacional de Apoyo a la Investigación, la Universidad de Yamena y con el Ministerio de Medio Ambiente y Agua.

En Camerún, los expertos colaboran con la Universidad de Nâ?ÖGaoundere, que pilotea una parte de las investigaciones.

La rehabilitación del Lago Chad, es un desafío para la Humanidad, un problema de todos, causado por las potencias económicas, responsables de las emisiones de CO2 que han elevado la temperatura terrestre.

Los pueblos africanos y ambientalistas de todo el mundo demandan que esas potencias participen, en el marco de las organizaciones internacionales, en la ingente tarea de salvar este patrimonio universal.

Exigen recursos para hacer realidad en la práctica, el trasvase de agua del Ubangui al Chari, eliminar la sobreexplotación de la cuenca y cooperar en la elevación de la educación ambiental para impedir que ocurra lo evitable.

Salvar esta maravilla de la Tierra es un deber, una misión impostergable que le debemos a las generaciones futuras.

(*) El autor es especialista de la Delegación de La Habana del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, (CITMA) de Cuba. Colaborador de Prensa Latina.
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